El blog de creatividad de Marielo.
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La curiosa historia del logotipo de Lucky Strike

lucky strike

Un día de otoño del año 1940, se presentó en nuestra oficina, sin ser anunciado, un caballero bien vestido, de mediana edad, robusto, y de aspecto rebosante de salud.

Lucky Strike

Le acompañaba su chófer.

-Me llamo Hill – dijo -. Quisiera hablar con mister Loewy.

Miss Peters, mi secretaria, le acompañó hasta mi despacho. Entró sin pronunciar una sola palabra, me contempló con una mirada inquisitiva y dijo:

-Soy George Wáshington Hill. Tengo que hablar con usted.

Después de dicho esto se sacó con gran flema su chaqueta, con lo cual aparecieron a la vista unos tirantes mavillosamente bordados. Dirigiéndose a mi secretaria, añadió:

-¿Le molesta que conserve puesto el sombrero?

Helen Peters le sonrió con dulzura. Yo, por mi parte, contemplé fascinado el sombrero de fieltro, algo maltratado por el uso, en cuya cinta estaban clavadas moscas artificiales y anzuelos para la pesca de la trucha.

-Mi amigo Albert Lasker me ha contado -dijo-, que usted no le gusta la envoltura de Lucky Strike. Lo cual significa que usted cree poder diseñar otra mejor. Yo no lo creo. Además no sé que es lo que se podría objetar contra este envoltorio.

Guardé silencio para hacerle comprender cortésmente la contradicción que existía entre su afirmación y el hecho de que, a pesar de lo dicho, hubiera venido a verme. Él me miró durante unos instante, luego sonrió y dijo: Tres bien, y fuimos buenos amigos. Sin otro preámbulo sacó una maravillosa boquilla de un bolsillo y, además, colocó a su lado un par de utensilios de oro y bambú.

-Cartier -dijo-. Una cosa así sólo pueden hacerla los franceses.

También a mí me parecieron estos objetos de un gusto exquisito.

– Y ahora fíjese usted en estos tirantes. ¡También Cartier !

– Igual que los que uso yo- contesté y le enseñe los míos.

– Bien – dijo él -. ¿ Qué hay del envoltorio? ¿ Cree usted sinceramente que puede mejorarlo?

– Puedo hacerlo. ¿Apostamos?

– ¿Por cuanto?

– ¡Cincuenta mil dólares!

Durante unos instantes contempló en silencio, a través de las puertas cristaleras, las flores que había en la terraza. Después tomó una hoja de un bloc que estaba sobre el escritorio, escribió algo en ella con lápiz y dejó delante de mí la hoja, la cual giró un par de veces sobre si misma, como la rueda de una ruleta, hasta quedar con la escritura hacia arriba. En ella se leía:

“ 14 de marzo de 1940. Envoltorio Lucky Strike. Anticipo 20.000 dólares. A la aceptación del trabajo, otros 30.000 dólares G.W.H. ”

– ¿Qué dice usted ahora?

– De acuerdo, Mr. Hill. Y muchas gracias.

Se levantó, se puso de nuevo la chaqueta, se dirigió lentamente hacia la puerta, se inclinó delante de Helen Peters y se volvió una vez hacia mi.

– ¿Cuándo lo tendrá usted?

– Oh, esto no lo sé todavía. Algún día, tal vez en una bella mañana de primavera me sentiré con el suficiente humor para diseñar un envoltorio a Lucky Strike. Entonces lo tendrá usted en un par de horas. Yo le telefonearé.

Nos estrechamos la mano, y George Washington Hill desapareció con su chófer.

Al atardecer, vino su chófer con un pequeño paquete. Contenía una caja de Lucky y la tarjeta de Washigton Hill con unas palabras escritas:

“ Póngalo debajo de la almohada y tenga sueños agradables. G.W.H”

Con este trabajo sucedió exactamente tal como yo lo había augurado. Un día de abril sentí el deseo de ocuparme de él. Hice un par de esbozos. Me gustaron y entonces preparamos un par de envoltorios de prueba. Telefoneé a Hill y éste dijo:

– Espéreme, en seguida estoy con usted.

Al poco rato estaba en mi despacho.

Se sacó la chaqueta y examinó cuidadosamente los modelos; yo había ganado la apuesta. De todas formas, él tenía un par de ideas, que quiso probar. Hice traer papel de colores, pluma, tinta china, pincel, tijeras y cola y lo coloque todo frente a él. Hill empezó en seguida a recortar franjas de papel, círculos rojos, dorados y verdes y probó con ellos todas las combinaciones posibles. Esta operación duró varias horas, sin que pronunciara ni una sola palabra. Era evidente que Mr. Hill se sentía completamente feliz con esto. Yo le dejé en paz; seguí trabando en mi escritorio y dictaba de cuando en cuando a mi secretaria.

Por último se incorporó, contempló pensativo el fruto de su trabajo y echó a un lado todos los trastos.

– La cosa está en orden, Loewy. Tiene usted el encargo.

Y salió de la habitación, contento y reconciliado con el mundo entero.

Aún hoy no puedo creer lo que desde entonces he tenido ocasión de oír sobre esta figura casi legendaria, sobre su supuesta carencia de escrúpulos, su violencia y su brutalidad comercial. Yo recuerdo siempre a Hill como un caballero amable, de extraordinaria inteligencia y gran fantasía. Un hombre con sensibilidad, con delicadeza y savoir faire. Sé muy bien cuán poco agradable me haré con esta afirmación entre mucha gente, pero me afirmo en lo expuesto.

Quién tenga poco conocimientos de la psicología de las ventas y del diseño de los envoltorios, necesitará algunas de las explicaciones sobre este problema del Lucky Strike. En muchas ocasiones se ha demostrado que es muy arriesgado modificar el aspecto exterior de un artículo introducido en el mercado, cuya vista es, desde hace mucho tiempo, familiar al público. Si se hace de manera adecuada el éxito se presenta inmediatamente y es duradero. El artículo cobra vida y parece remozado pero para conseguir esto, no hay que destruir, de ninguna manera, el símbolo distintivo en el envoltorio, que, en el caso del Lucky Strike estaba grabado en la mente del público a través de algunos millones de dólares en forma de paquetes. Además, el envoltorio debe modificarse sólo por pasos. Dos o más estados intermedios son siempre aconsejables antes de alcanzar la solución definitiva.

En este caso concreto hemos conseguido algunas mejoras innegables. En su forma primitiva el famoso círculo rojo – el blanco – aparecía tan solo en uno de los lados del envoltorio. El otro lado estaba destinado a la observación del fabricante, así como a la reproducción de las prescripciones legales, el número de la serie y demás datos que a nadie interesan. Todo este texto lo desterré al lado estrecho del envoltorio, de forma que en el reverso quedara sitio para un segundo disco rojo. Así, en todo paquete, tanto si se encuentra sobre una mesa como si es arrojado sobre ella siempre queda visible, inevitablemente, el nombre de a marca. Desde que fue diseñado el nuevo modelo se han vendido más de 50 mil millones de paquetes. Por consiguiente, el distintivo del Lucky Strike a sido mostrado 50 mil millones de veces más, sin aumento alguno en los costes de propaganda. Además, el envoltorio de Lucky Strike que antes era verde oscuro, no sólo parece más limpio por su impecable blancura, sino que en realidad lo es. Comunica de manera automática una impresión de frescura en su contenido y la apariencia de una fabricación esmeradamente limpia. Los resultados de venta confirmaron lo acertado de nuestras reflexiones.

Veo llegar el día en el cual todo los tipo de envoltorio bien conocidos habrán de pasar por un proceso de remozamiento, en beneficio del fabricante y del consumido.

Y, en último termino también del diseñador industrial.

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