El blog de creatividad de Marielo.
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Los asesinos de la creatividad en los niños

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Las presiones psicológicas que inhiben la creatividad del niño tienen lugar en las primeras etapas de la vida. A la mayoría de los niños que van al preescolar, al jardín de infancia, e incluso al primer grado de la primaria, les encanta estar en la escuela. Sin embargo, cuando llegan a tercero o a cuarto grado, muchos ya no se sienten tan cómodos ni disfrutan de su creatividad.
Según las investigaciones de la doctora Amabile, los principales asesinos de la creatividad suelen ser los siguientes:
  • La vigilancia: situarse junto a los niños, haciéndoles sentir que son constantemente observados mientras trabajan. Esta situación ahoga los impulsos creativos y las ganas de arriesgarse.
  • La evaluación: provocar que los niños se preocupen por cómo juzgan los demás lo que ellos hacen, cuando lo que debería preocuparles en primer lugar es si ellos mismos están satisfechos con sus logros.
  • Las recompensas: el uso excesivo de distintos tipos de premios privan al niño del placer intrínseco de la actividad creativa.
  • La competencia: poner a los niños en una situación desesperada de ganar o perder, en la que sólo uno de ellos puede ocupar el primer puesto. A los niños debe permitírseles progresar a su propio ritmo o fomentar entre ellos una competencia sana que fortalezca el espíritu de equipo.
  • El exceso de control: indicar a los niños exactamente cómo hacer las cosas, como sus tareas escolares, sus trabajos, incluso sus juegos. Esto provoca en los ellos la sensación de que cualquier originalidad es un error y cualquier exploración, una pérdida de tiempo.
  • La restricción de las elecciones: decir a los niños qué actividades deben practicar, en lugar de permitirles que se dejen llevar por su propia curiosidad y pasión. Es mejor dejar que el niño elija lo que le interesa, y apoyar esa inclinación.
  • La presión: establecer unas expectativas exageradas para el aprendizaje del niño, lo que a menudo tiene el efecto contrario y produce aversión por el tema que se les enseña.
No obstante, uno de los mayores asesinos de la creatividad es algo más sutil y se halla tan profundamente arraigado en nuestra cultura que apenas si lo reconocemos: tiempo limitado. El niño necesita disponer de un tiempo sin límite para saborear y explorar una actividad o un material en particular hasta hacerse dueño de él.
Cuatro herramientas. Para desarrollar la creatividad tenemos cuatro poderosas herramientas a nuestra disposición: fe en nuestra creatividad, ausencia de crítica, observación precisa y preguntas incisivas.
Tener fe es “saber” que albergamos en nuestro interior un poder que siempre está disponible para nosotros. Nuestra creatividad puede convertirse en ese poder, y la fe en ella fortalece su presencia en nuestra vida cotidiana. Cuando alguien tiene fe en su creatividad, demuestra una claridad de propósito capaz de sorprender a quienes le rodean.
Una segunda herramienta es la ausencia de crítica: aprender a silenciar esa voz interior autocrítica que censura nuestras ideas antes de que den frutos. Esa “voz de juicio” puede hacer que nos resulte difícil creer que tenemos alguna buena idea.
La tercera herramienta, la observación precisa, supone ver el mundo con el asombro de un niño y la precisión de un científico: mirar y abarcar todo lo que nos rodea con una conciencia renovada.
La cuarta herramienta es nuestra habilidad y nuestros deseos de formular preguntas que se dirigen al fondo de la cuestión. Algunas de las preguntas más incisivas son aquellas que suelen llamarse “preguntas tontas”. Como bien dice el inventor Paul McCready, “la única pregunta tonta es la pregunta que no haces”.
Un artículo sacado del libro de Daniel Goleman: El espíritu creativo.
el espíritu creativo daniel goleman

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